¿Quién puede calcular sus acciones? ¿Pueden a caso contarse las estrellas del cielo...?
¡Oh Jesús, mi dulce dueño! ¡GRACIAS! ¡Qué paciencia tienes conmigo! ¡Cómo sabes hacerme sentir aunque yo me resista a tu voz! Aquí tienes, Jesús mío, mis sentidos, mis fuerzas, mi salud; también mi pobreza. Hoy comprendo, mejor que el primer día, que me llevas de la mano. Gracias, mi Amor, gracias.
Pasión de Libertad. Memorias de Mariana Allsop
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