lunes, 23 de mayo de 2011

Testimonio

"Dios quiere mi felicidad, siempre la ha querido, pero a veces yo no termino de enterarme, o mejor dicho, no termino de creérmelo.

Me cuesta comprender que para Él, nunca es demasiado tarde para quererme, porque nunca ha dejado de hacerlo.

Para Dios, nunca es demasiado tarde para que yo vuelva mis ojos hacia Él y me deje querer, pero siempre perdida, para ver cómo me rindo ante las dificultades, para ver cómo me juzgo a mí misma con dureza y sin compasión...

La paciencia de Dios es infinita, por eso siempre es demasiado pronto para cansarse de mí, de mi fragilidad, de mi falta de voluntad, de mi desconfianza. Me lo ha demostrado una y mil veces a lo largo de mi vida, y yo, sabiéndolo, lo olvido con facilidad, pero nunca es demasiado tarde para hacer memoria, y siempre es demasiado pronto para dejar de confiar.

Dios nunca me falla, y siempre encuentra el modo de hacerme llegar su amor, sólo tengo que atreverme a mirar a través de su cristal, y no del mío."

(Rocío Hermosilla Garzón, residencia universitaria de Granada)

No hay comentarios:

Publicar un comentario